digo... la penúltima

No se nos acuse de falta de comprensión con el adversario. Entendemos que Llordes ande dolida con el IEE, (con el GEN ), que añore aquellos tiempos de bucólica unidad colectiva, tan inquebrantable como frentepopulista contra Botja y sus afines..Por ello, aunque algo nos dice que Llordes tiene un concepto de la lealtad bastante unilateral.. (sin connubium , bilateralidad en las relaciones no hay amor que decia Sanchez Ferlosio en ocasión de las celebraciones de la Hispanidad) por ello, pues, vamos a dedicarle otra dotrina quevedesca: la doctrina de la paciencia. Las virtudes pasivas como la paciencia no tienen buena prensa...Van contra el espíritu del siglo.Pocas novelas ofenden mas las convicciones modernas que Mansfield Park, observó Trilling. pues ninguna otra obra de genio hubiera insistido mas en la cautela, el freno y hasta la rutina. (Ajoyagua..) Pero la paciencia no es menos virtud que la fortaleza...Y quizas sea en realidad un tipo de fortaleza ...Sin embargo al final la paciencia da sus frutos Ahí la moraleja del romance de Quevedo: la cual, trasladada a nuestra época, diría algo así como.-No hay pena que no acabe curando un spa del Four Seasons


Doctrina de Marido Paciente

Romance XXXIX

Selvas y bosques de amor,
dehesas, sotos y campos,
quien os cantaba soltero
os viene a mugir casado.

La lira de Medellín
es la cítara que traigo,
y soy falsete con todos
de la capilla de el Pardo.

De puro casado temo,
si me escondo o si me tapo,
que los que no me conocen
me sacarán por el rastro.

Conocístesme pastor,
conoceréisme ganado,
tan novillo como novio,
tan marido como gamo.

Bien puede ser que mi testa
tenga muchos embarazos,
mas de tales cabelleras
hay pocos maridos calvos.

También he venido á ser
Regocijo de los santos,
Pues siendo atril de San Lucas,
Soy la fiesta de San Marcos.

Trueco mi consentimiento
Por doblones muy doblados,
Y se los quito tan gordos.
Si me los ponen tan largos.

Del que mi casa visita.
Murmuradores villanos
Dicen que me hace ofensa,
Y el pobre me hace el gasto.

Consentir lo que ha de ser
Es mohatrero recato;
Y rehusar lo forzoso,
Empobrecer el agravio.

Yo como de lo que sé,
Cómo hacen los letrados;
Animal por animal,
Mejor es buey que no asno.

No me declaro del todo;
Pero traslúzgome tanto,
Que, por medroso que sea,
Ningún dinero acobardo.

Para que nadie me tema,
Todos mis poderes hago;
Que el espantar á la gente
Es habilidad del diablo.

Si el honor hace gran sed
Y el sufrimiento Buitragos,
Mi pelo sea cornicabras;
Ladren mi brama aun los bracos (i).

El ceño no ha de estorbar,
Sino encarecer el caso;
Que esposos de par en par
Empalagan el pecado.

Ándense poniendo nombres
Los celosos por mi barrio;
Que yo me iré por el suyo
Más ahito y menos flaco.

El carnero es quien le compra;
A falta de más regalo.
Yo como aparecimientos,

Y soy perdices y pavos.
Mormuren detrás de mí.
Mientras la hacienda les masco;
Que es pulirme, y no ofenderme,
El roerme los zancajos.


Si el honor hace hospital
Y el sufrimiento Buitrago,
Mi pelo se vuelva encinas;
Suelten en mi cholla bracos.


Galanes de mi mujer
Se llaman unos hidalgos
A quien llamo provisores;
Á quien tengo por vasallos.

Si dicen que han de correrme
En una fiesta este año,
Más quiero morir en fiesta
Que nó vivir en trabajos.

Ser bien quisto de mujer
Es mérito cortesano;
Que son cuaresma los celos,
Y la honra es el traspaso.
Mas ¿qué no hará en la hambre de un hidalgo
Moza, y casamentero, y dote al diablo.''