Esta semana Miguel Jerez, en "Prensa Pitiusa" invoca el dictum "La mujer del Cesar no solo debe ser honrada sino parecerlo" , indicando que las personas vinculadas a figuras públicas no deben siquiera ser sospechosos de malas acciones. En este caso el brete en que Pompeya mete al estadista seria el nombramiento digital de Jesús Turel, (ex-jefe de prensa del PSOE, ex-responsable de prensa de la coalición PSOE-ExC en la última campaña, y colega de Pilar Costa y de Tomás en la Escuela de Turismo del mismo Consell,) como director de la nueva TV pública pitiusa....
La Consellera de Govern Corporatiu contestaba en nombre del Consell..Y con toda la razon. Que sus mismos contemporàneos creían que Julio Cesar actuó mas por calculo político y demagogia que por moralizar la vida pública.
La culpa de todo la tuvo Publio Clodio quien, señala el historiador griego Plutarco: ...era un joven, patricio de linaje, señalado en riqueza y en elocuencia, pero que en insolencia y desvergüenza no cedía el primer lugar a ninguno de los disolutos más notorios. - Julio Cesar , Vidas Paralelas IX-X
Amaba éste a Pompeya, mujer de César, sin que ella lo llevase a mal; pero la habitación de Pompeya estaba cuidadosamente guardada, y la madre de César, Aurelia, mujer respetable y que andaba continuamente en seguimiento de la nuera, hacía difícil y peligrosa la entrevista de los amantes. Veneran los Romanos una diosa, a la que llaman Dona, como los Griegos Muliebre o Femenil, (...), la madre de Baco, que no es dado nombrar, de donde viene que las que celebran su fiesta adornan las tiendas con ramas de viña, y el dragón sagrado está postrado a los pies de la diosa, según la fábula. No es lícito que a esta fiesta se acerque ningún varón, ni que siquiera exista en casa mientras se celebra, sino que las mujeres solas, unas con otras, se dice que ejecutan en esta solemnidad arcana muchas ceremonias parecidas a los Misterios órficos. Llegado, pues, el tiempo de haberse de celebrar en la casa del cónsul o el pretor, éste y cuantos varones hay salen de casa, de la que se hace cargo la mujer, la adorna, y la mayor parte de los ritos se ejecutan por la noche, pasándola toda en vela con algazara y músicas.
X. Celebraba Pompeya esta fiesta, y Clodio, que era todavía imberbe, y por lo mismo esperaba poder quedar oculto, tomó el vestido y arreos de una cantora, y con este disfraz se introdujo, pudiendo confundirse con una mocita. Estaban las puertas abiertas, y fue introducido sin tropiezo por una criada que estaba en el secreto, la cual corrió a anunciarlo a Pompeya. Fue precisa alguna detención, y como, no pudiendo aguantar Clodio en el sitio donde aquella le dejó, se echase a andar por la casa, que era grande, resguardándose de la luz, dio con él una criada de Aurelia, que le provocaba a juguetear, como que le tenía por otra mujer, y al ver que se negaba, echándole mano le preguntó quién y de dónde era; respondió Clodio que estaba esperando a Abra, criada de Pompeya, que así se llamaba aquella; pero como fuese descubierto por la voz, esta otra criada corrió, dando voces a traer luz, y adonde estaba la reunión, gritando que había visto un hombre. Sobresaltáronse todas las mujeres, y Aurelia, suspendiendo y reservando las orgías de la diosa, hizo cerrar las puertas de la casa y se puso a recorrerla toda por sí, con lu- ces, en busca de Clodio. Encontrósele en el cuarto de la criada, en el que se había entrado huyendo, y descubierto así por las mujeres, se le puso la puerta afuera.(...)
Ahí podría haber terminado la cosa si los acontecimientos no hubieran acabado por adquirir una dimensión publica,
Este suceso, yéndose en aquella misma noche las otras mujeres a sus casas, lo participaron a sus maridos, y al otro día corrió por toda la ciudad la voz de que Clodio había cometido un gran sacrilegio, y era deudor de la pena, no sólo a los ofendidos, sino a la república y a los dioses. Acusóle, pues, de impiedad uno de los tribunos de la plebe, y se mostraron indignados contra él los más autorizados del Senado, dando testimonio de otros hechos feos, (...); pero haciendo frente el pueblo a estos esfuerzos, se puso a defender a Clodio, a quien fue de grande utilidad cerca de unos jueces aterrados e intimidados por la muchedumbre.
César, al saberlo, se separó de Pompeya, (tuas res tibi habeto) pero citado a testificar en el juicio público contra Clodio se negó a acusarle....
llamado a ser testigo en la causa, dijo que nada sabía de lo que se imputaba a Clodio. Como, sorprendido el acusador con una declaración tan extraña, le preguntase por qué había repudiado a su mujer: “Porque quiero- dijo- que de mi mujer ni siquiera se tenga sospecha”. Unos dicen que César dio esta respuesta porque realmente pensaba de aquel modo, y otros, que quiso en ella congraciarse con el pueblo, al que veía empeñado en salvar a Clodio. Fue, pues, absuelto de aquel crimen, habiendo dado con confusión sus votos los más de los jueces, para no exponerse al furor de la muchedumbre si condenaban, ni incurrir en el odio de los buenos si absolvían.
Debiera recordar Miguel Jerez, que, afortunadamente no vivimos ya en el patriarcado de la Antigua Roma: con el pater familias con derecho de vida y muerte sobre los suyos; (con suerte en esta legislatura el PIB dejará de ser masculino...) Por ello podemos estar seguros de que ya no será necesario que pretores o cónsules abandonen el hogar para que las féminas celebren con libertad ritos dionisíacos en honor a la madre de Baco...O el escándalo de matronas respetables como Aurelia ante jovencitos equívocos e imberbes que deambulan de noche por el palacio del cónsul, indiferentes a las provocaciones de las criadas... O que que de resultas de todo lo anterior el Cónsul repudie a su cónyuge por calculo político,
Por ello Miguel, hoy como ayer, tan improcedente seria sacrificar a Pompeya en el altar de la moral pública como imputar a Clodio por haber profanado en su casa los mas arcanos μυστήρια.
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