Una anecdota de las "Memorias de un amante sarnoso" de Groucho Marx para resaltar cierta condicion venal y mercenaria del politicam de ExC : por aquí creemos que ese es un juicio demasiado severo ( y hasta estigmatizante y discriminatorio con unos/as profesionales) Un dictamen demasiado agrio para un pendoneo, fulanismo e inmadurez en absoluto inusual en el gremio... Véase un artículo “prescient” de Joe Klein; traducción corsaria de nuestra antología personal ( el original del autor de “Colores Primarios” aquí )
La política de la promiscuidad
Newsweek 9 de mayo de 1994El pasado 11 de Febrero una antigua empleada del Estado de Arkansas convocó una conferencia de prensa en Washington y declaró que el 8 de Mayo de 1991 el Gobernador Bill Clinton le pidió que se reuniera con el en una habitación de hotel en Little Rock- un policía estatal transmitió la invitación-- allí le hizo proposiciones de una forma que caritativamente puede descrbirse como cruda. La conferencia de prensa se celebro en mitad de una conferencia política conservadora. Jones fué traida a Washington por el abogado de Little rock, Cliff Jackson, obsesionado por Clinton, implacablemente odioso. Su motivación pues fué pues cuestionada con facilidad. Su historia recibio una cobertura rutinaria –y un desmentido rotundo.
Y entonces, algo extraño sucedió: todo el mundo en Washington empezó a hablar de ello. Los detalles que se alegaban—estrambóticos, grotescos, escandalosos—hacían que se formaran corrillos en las mejores fiestas. Se decía de Paula Jones que era una testigo bastante creíble. Disponía de declaraciones juradas apoyando su historia. El Washington Post estaba investigando. Pronto el “watchdog” conservador “AIM “exactitud en los medios” se ocupaba del caso: donde estaba la historia de Jones? ¿Porque no se le daba la misma cobertura que a los mucho mas tenues cargos de Anita Hill contra Clarence Thomas? El Post respondió publicando dos historias sobre la ausencia de historia, reconociendo que se estaba trabajando en un artículo, pero que tales asuntos debían manejarse con cuidado. De Jones, se decía mientras tanto que estudiaba una demanda contra Clinton. ¿Pero que tipo de demanda? No habia perdido su puesto de trabajo, ni le habian ofrecido uno mejor. Sus pruebas eran circunstanciales en el mejor de los casos. Lo cual planteaba un punto interesante: ¿porqué era esto de interés alguno?.
En un mundo sensato y bajo circunstancias normales, no debería serlo. AIM tiene razón: no hay diferencia entre Paula Jones y Anita Hill. Sus cargos debieran ser tenidos en la misma consideración-mínima.Son igual de improbables. Pero incluso mientras baja la manía de Whitewater, parece inevitable que la historia de Paula Jones se una al vertedero cada vez mas lleno de alegaciones de mala conducta personal que Bill Clinton ha tenido que negar, desviar o despejar. Tiene peso unicamente porque ha habido tantas otras, y porque refuerza una sospecha ampliamente compartida sobre la naturaleza precisa del problema del presidente.
La prensa nacional ha sido comedida en sus informes de la vida privada de Bill Clinton, y por buenas razones. Muchos de los que han presentado cargos contra el, han sido gente del tipo despreciable, celosa e insignificante, con cuentas pendientes ideológicas que ajustar-- o con dinero que ganar, como Geniffer Flowers. Si uno tuviera que juzgar a Bill Clinton por la calidad de sus enemigos, sería un cadidato a la santidad. Mas aun, puede argumentarse convincentemente que la vida privada de un político no da indicación de su habilidad para cumplir con sus deberes públicos. La actitud descaradamente adolescente de John Kennedy con las mujeres no le impedía actuar de forma sobria y mesurada- e inspirada – durante la crisis de los misiles en Cuba. De hecho, aquellos que han llegado a la presidencia con una historia previa de donjuanismo han tenido mas éxito que los que no, al menos en el siglo XX ( en contraste con aquellos que han llegado a la presidencia con un alto CI , fracasos en su mayoría)
Pero tristemente resulta cada vez mas patente que el fallo de carácter en que se han concentrado los enemigos de Bill Clinton-- promiscuidad- es una caracteristica definitoria tambien de su vida pública. Bien puede ser uno de esos casos donde el comportamiento privado da una indicacion de como se comportara un político en la arena pública. Puede ser que el presunto comportamiento ( hay que subrayarlo, no-probado) de Clinton con las mujeres no sea irrelevante si se considera su comportamiento con los Haitianos, con los Bosnios- y con los Americanos, y por tanto debiera ser examinado con mas detalle.
“Promiscuo” es una palabra deliciosamente ambigua. El diccionario Webster menciona el sexo solo de pasada. El énfasis esta en la “universalidad”: 1 compuesto de toda suerte de personas o cosas. 2 no restringido a una sola clase, categoría o persona: INDISCRIMINADO.. esp no restringido a un solo compañero sexual” -Se vuelve mas inquietantemente preciso, y peor- 3. ( DESPREOCUPADO IRREGULAR ( como en los habitos alimenticios)La promiscuidad, pues tiene muchas implicaciones. Puede actuar en favor de un político. Implica inclusividad, amplitud de espíritu. Sugiere empatía. Bill Clinton, en su mejor forma, aparece como “compuesto de toda clase de personas o cosas” y lo comunica sin ninguna malicia. Nunca es pomposo. Puede explicar conceptos sofisticados usando palabras simples sin parecer condescendiente. Despues de su último discurso sobre el estado de la Unión , un dirigente republicano dijo ”simplemente me quede ahí sentado despues de que todo terminara, y me dije “Este tipo es simplemente demasiado bueno. Tenemos problemas”.
En privado, la cualidad es aun mas poderosa. Clinton puede coger a un grupo de personas- gente que puede estar en el mas vehemente desacuerdo- y convencerlos de que sus diferencias son menores, periféricas (como de hecho y con frecuencia acaban por ser, ) El cepillará, sonsacará, transigirá, y embaucará hasta que encuentre o cree terreno común. Destaca por su habilidad para impresionar a los extraños y para desarmar a sus oponentes. Destaca por inducir a la gente a creer que esta completamente de acuerdo con ella ..sin nunca comprometerse realmente con su posición. Este es un don que solo se da a los mejores políticos. Con el se hacen las cosas difíciles. Tambien es un don del que fácilmente se abusa, especialmente cuando su propietario tiene un sentido impreciso o relativo, del principio moral.
Y así, la mayor fuerza de Bill Clinton, puede ser inseparable de su mas descorazonadora debilidad. Al Presidente le gusta la gente- su afecto y atención personal son auténticos- pero le gusta indiscriminadamente. Tiene problemas marcando una línea, estado en desacuerdo y decepcionando. Provoca una impresion de completa accesibilidad , pero aun así nada se revela: “He tenido citas a ciegas con mujeres de las que sabia mas de lo que se de Clinton” se quejaba Carville a principios de la campaña. Esa afabilidad irreflexiva lleva inevitablemente a malentendidos. Le fuerza a andar colando la bola, cual hace con brillantez. Conduce a la promiscuidad retórica, a la creencia de que puede convencer a cualquiera de cualquier cosa ( o mas exactamente de que puede escabullirse de cualquier cosa) de que puede seducir, abandonar, a voluntad y sin consecuencias. Durante la campaña presidencial , Carville confronto a Clinton con esta tendencia de forma memorable. El gobernador se habia escabullido de un buen aprieto y Carville, perplejo, le reprendía por siempre vivir al límite como si quisiera que le pillaran. “Sigue jugando al juego del “te pillé” dijo
“Si” replicó Clinton “pero esta vez no me pillaron, ¿verdad? “ Todavía no le han pillado. Quizá nunca le pillen . Pero ha emergido un patrón claro de postergar, de oscurecer, de litigar con la verdad. La letania de ofensas es tan familiar como deprimente. Empieza con la marihuana. No el famoso ”pero no me tragué el humo” lo cual pudo ser una extravagante muestra de candor. Mas lastimosa fue su abyecta y cínica postura anterior, de que “nunca había infringido una ley estatal”. Esta monería de otro planeta la repitió durante la controversia sobre su reclutamiento, donde nunca llegó a admitir haber recibido la orden de incorporación a filas hasta que se le confrontó con la evidencia; y por supuesto en respuesta a las acusaciones de donjuanismo, cuando los Clinton- y la señora Clinton tiene claramente complicidad en todo esto- admitieron anticipadamente que su matrimonio no había sido “perfecto” Ha sido el sello de su contemporizacion con Whitewater, notablemente en la cuestión de las adquisiciones con información privilegiada de la señora Clinton- que es probablemente la fuente del olor embarazoso en el fondo del asunto, y que aun podría estar sujeto a revisión, incluso después de la reciente conferencia de prensa de la Primera Dama, impresionante pero no del todo concluyente . Con los Clinton la historia siempre esta sujeta a revisión posterior. Las declaraciones falsas son siempre incrementales. Los “malentendidos” son siempre inocentes, despreocupados, irregulares: promiscuos. La verdad se va despilfarrando poco a poco.
¿Infecta también este tipo de comportamiento a la vida pública del Presidente, a su formulación de la política? Claramente sí. ¿Lo ha hecho menos efectivo? Todavía no, quizás. Puede destruir insidiosamente a esta administración con el tiempo- en el exterior especialmente, a medida que los líderes extranjeros aprendan a desconfiar de Clinton; y en el interior, alimentando el cinismo público acerca de la naturaleza de la política y de los políticos. Pero en su primer año, o así, el presidente ha dado un buen uso a sus cualidades seductoras , poniéndolas al servicio de fines mas altos- su insistencia de que los nuevos impuestos debieran ser soportados en mayor medida por los ricos, su apoyo al libre comercio, a pesar de la oposición dentro de su propio partido- y eso ha compensado de sobra la multitud de amaños, pequeñas rectificaciones, compromisos y desmentidos.
Un poco de promiscuidad gano para el presidente la batalla por los presupuestos del año pasado: había prometido fidelidad a los democratas del congreso si apoyaban un impuesto sobre la energia pero cambio rápidamente de dirección cuando el comité financiero del Senado la obstaculizó. Se dice que el Senador Daniel Patrick Moynihan estaba algo nervioso al llevar las malas noticias al despacho oval: el impuesto sobre la energía estaba muerto, el único posible generador de ingresos era sobre , eeehh, combustibles de transporte, esto es un impuesto sobre la gasolina y el senador sabia que el candidato Bill Clinton había cascado a (el candidato) Paul Tsongas por apoyar este tipo de impuestos.”Yo estaba en contra de un impuesto de 50 centimos “ dijo el presidente” uno pequeño (4 centimos) está bien”
Los Demócratas del Congreso aun deben pagar el precio por votar el impuesto sobre la energía- eso bien puede ocurrir cuando acudan a la reeleccion este otoño; Clinton tampoco ha pagado aun el precio por segarles la hierba debajo de los pies- eso bien puede ocurrir la próxima vez que acuda a pedirles que asuman un riesgo. El Presidente ganó, de todas formas, y se le admiró basteante por sus capitulaciones preventivas. Encontró una forma de que un Congreso reticente hiciera su voluntad. Ganó, y no hay victorias pírricas en tales guerras. Pero la misma cualidad que permitio a Clinton camelarse a la legislatura puede perjudicarle en otras partes.
Perjudica gravemente en política exterior, donde este tipo de comportamiento a veces se le llama de otro modo: politica de apaciguamiento. A un estadista se le considera por sus obligaciones contraídas , y tiende a considerarsele indigno de confianza cuando las compromete (fuera de las negociaciones de un tratado, por supuesto) Cada palabra de un presidente, los matices de cada posicionamiento que adopta, deben considerarse cuidadosamente, No hay espacio para el descuido – o la promiscuidad; los posicionamientos no pueden adoptarse despreocupadamente como herramientas de negociacion y luego abandonadados despreocupadamente. Y cuando el mundo contempla a Bill Clinton, ve esto, que ha dado media vuelta casi en todas y cada una de las principales posiciones en politica exterior, con la excepcion de su actitud frente a Rusia, que tomo durante la campaña. Eso no seria malo si sus politicas subsiguientes hubieran sido sobrias- presidenciales- pero no lo han sido; han sido... indiscriminadas, despreocupadas e irregulares. Ha hecho amenazas vacías. Ha tratado de maniobrear con sus retiradas. Le ha faltado la fortaleza para tomar posiciones y declarar principios que pudieran ofender ; no se ha dado cuenta de que en cuestiones de liderazgo mundial la resolución es mas importante que la seducción.
En ninguna parte ha sido esta casquivanería mas aparente que en su politica con Haití. Durante la campaña, Clinton acusó a George Bush de jugar a la “politica racial con los refugiados haitianos, yo no estaria enviando de vuelta a esta pobre gente” Dió marcha atrás una semana antes de su discurso inaugural, al prepararse los haitianos, a miles, a huir a América por mar. La decisión del presidente electo fué política. No queria ver Florida o su semana inaugural .. desbordada por balseros haitianos. Pero su justificación fué poco honesta: era peligroso venir en esos barcos improvisados. No queria ver a gente ahogandose. En su lugar los ha visto asesinados a docenas. Prometió trabajar por una solución política y valió lo que su palabra hasta que llegó el momento, otoño pasado, de implementar dicha solución, y el mundo asisitió a l espectáculo de un barco de guerra americano llevando fuerzas de paz dando la vuelta en Puerto Príncipe ante un grupo de matones con armas ligeras. El mensaje a los matones de cualquier parte no tenía ambigüedad alguna por muy involuntario que fuese : America puede ser desafiada, incluso en su patio trasero. Fué reforzado por la humillación simultánea- el desafio del General Aidid- en Somalia.
La administración ha estado buscando ansiosamente una posicion menos abyecta en Haiti, pero como siempre, parece estar buscando el equivalente en política de un rollo de una noche- una intervención libre de riesgos, una acción sin consecuencias negativas. La semana pasada en un enrevesada exhibición de promiscuidad intelectual, el presidente parecía apoyar una huelga de hambre de Randall Robinson , líder del grupo de presión Trans Africa Forum: contra su propia polítca : “Deberia seguir ahí” dijo Clinton” tenemos que cambiar nuestra política” A lo cual Robinson dijo al New York Times: “Triste decirlo, pero parece carecer de brújula moral de ningun tipo”La falta de brújula hace tiempo que la han asumido los serbo-bosnios. Ahí la política de Clinton ha sido bochornosa sin interrupción. El presidente está desgarrado entre una opinion publica – antiintervencionsta en su mayoria- y las apelaciones morales de quienes creen que el salvajismo tribal impuesto a los musulmanes por los serbios es una fomra de genocidio. Su impulso inicial fué un intento sin entusiasmo de inducir con zalamerias a los aliados europeos a que actuaran, mas que a liderarlos. A esto ha seguido una esacalada de atrocidades serbias y de respuestas aliadas poco convincentes. Durante el reciente sitio de Gorazde, y en el espacio de 48 horas la administración insinuó su apoyo casi a cualquier posicionamiento político concebible: jugueteó con reducir las sanciones económicas a los serbios ( estrategia de apaciguamiento franco-rusa) y despues anunció que estaba a favor de reforzar las sanciones. Ahora el presidente ha subido la apuesta, ha propuesto ataques aereos de represalia, pero ha descartado el uso de tropas de tierra aunque el Pentágono está convencido de que el poder aéreo no será decisivo y que los Serbios sobreviviran sin duda para hacerle muecas a la “fuerza” americana.
La desconfianza es acumulativa. Cada nueva abdicación de la autoridad americana, cada nuevo intento de maniobreo en una crisis, reduce las opciones futuras del Presidente. Ciertamente, la credibilidad de cualquier amenaza con la fuerza por parte de esta administración está ahora severamente disminuida. Y crece la probabilidad de que algún líder extranjero- alguien que no conozca a Bill Clinton, alguien a quien no haya seducido, - levante el farol del presidente cuando estén en juego un número significativo de vidas. Dados los antecedentes de la administración , ¿quien culparía a los norcoreanos por ignorar las amenazas americanas y seguir adelante con su bomba atómica? ¿Dada su credibilidad disminuida, cuantas amenazas vacías mas puede permitirse el presidente? O inversamente, ¿se enrocara en políticas poco sensatas que den la apariencia de firmeza- dando por buena su amenaza de sanciones comerciales contra China, simplemente porque una retirada mas es impensable?
En el interior, las conscuencias de la promiscuidad de Bill Clinton pueden no ser tan explosivas- pero son igualmente insidiosas. La confianza es efímera; no puede juzgarse, por votos arriba o abajo en la legislatura. El presidente tiene pocos amigos en Washington, pero aun puede aun seducir al Congreso del grueso de su política domestica – crimen, salud, reforma de la asistencia social- . Sus asesores creen que esto le convertiría en un presidente “exitoso” y que el “éxito” haría que las cuestiones de carácter quedaran sin consecuencias. Pero hay evidencia anecdótica de que pueda estar sucediendo lo contrario: en varios encuentros recientes con los ciudadanos estos han planteado el tipo de cuestiones que indican que ni respetan ni confían en el Presidente. El editor de un periódico comparó la calidad de las excusas de Clinton con las de su hija cuando no hace los deberes. Una mujer de Charlotte, Carolina del Norte , desafío así al presidente: “Muchos de los americanos lo tenemos difícil con su credibilidad. ¿Como podría usted ganarse otra vez nuestra confianza?”
El presidente ha declarado a miembros de su circulo inmediato”el carácter es un camino, no un destino” No es esa una afirmacion nimia; es , en primer lugar una visión de su fe religiosa. La vida es un peregrinar; el pecado es inevitable, la redención siempre es posible (Clinton se metio en problemas muy al principio, al decir que incluso Sadam Hussein podría redimirse a aí mismo”) . Tambien es cuestión de experiencia personal: en la vida del presidente , sus exhibiciones de carácter han implicado normalmente perseverancia antes que principios ( lo cual puede explicar su sorprendente afecto por Richard Nixon) En la campaña de 1992, Clinton siguió peleando después de que su moralidad fuera cuestionada; al final fué juzgado como mas fiable (si bien no mucho mas admirable) que sus oponentes. Pero esa concepción evolutiva del carácter tiene también algo de camelo: puede derivar de explicar los lapsus a excusarlos. Hay en ella una cualidad adolescente, informe y a medio cocer- como la hay en la noción misma de promiscuidad. Una incapacidad de asentarse, establecerse y comprometerse. No bastará para un presidente.
El encanto del presidente es un atributo tentador. Tiene tambien otros cualidades encantadoras, incluyendo un buen corazon y algunos objetivos admirables- todo ello sugiere, cuando está en su mejor momento, un potencial para la grandeza. Pero la grandeza no es posible sin un carácter resuelto. No es demasiado pedir que un lider sea maduro, completamente formado y que no esté agitándose en una busqueda narcisista y existencial de autodescubrimiento. La vida puede ser un viaje; pero el carácter, con toda seguridad, no lo es. Es un destino que alcanzan la mayoría de los adultos, para bien o para mal. Y es a la vez trágico y bastante peligroso que todavia nos estemos preguntando si Bill Clinton lo alcanzará nunca.
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