En el País Vasco, "el síndrome de Estocolmo"  es comprensible.

(O también ,  la fatiga de combate no es cobardía...)

Pero  fuera del alcance del fuego, la mansa indolencia aquiescente,  sí que lo es.  Y andar refocilándose con chusma , fuera por  interés espurio, inclinación o vicio,  cual Rocinante con las jacas yanguenses, tambien es bajeza..

Una aproximación demasiado escéptica a la profesión política puede haber llevado a alguno a  creer  en aquello de André Gidé;  que en la autodegradación hay una forma de certidumbre.

No va particularmente por alguna groupie de Otegi. Tot i que faci sa mateixa gitera

Sobre el compadreo como táctica política  general,  véase.