El comienzo de otro a efectos promocionales, y confiando, ¡ay!, en que la editorial Circe no dependa de fondos estatales...
Rapunzel
Érase una vez un calderero económicamente desfavorecido. Con su falta de logros materiales no queremos decir que todos los caldereros estén marginados económicamente, o en caso de estarlo, que merezcan esa suerte. Aunque en los cuentos infantiles clásicos el calderero arquetípico sea el que recibe los palos, este individuo en particular era simplemente calderero de profesión y estaba en una situación económicamente desfavorecida...
Una cautela. Aun en su adaptación políticamente correcta, la comprensión de este cuento exige subrayar el conflicto dramático desencadenado por el antojo de lechugas...(rapónchigos) So pena de que el indefenso infante oyente (descartando determinaciones genéticas) se lo tome como una justificación para el hurto...y acabe en gratuita delincuencia adolescente, que a su vez evolucionaría en tartufería de adulto, una vez aprendidas las artes del disimulo etc, etc.
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