Mi Guerra Fría
EL OTOÑO PASADO, en lo que solía ser Berlín Oriental, atendí a una conferencia conmemorativa sobre “La Guerra Fría y después” patrocinada por la, ya tardía, añorada revista "Encounter” , fundada en Londres en 1953, por Stephen Spender y por mi mismo, y que suspendió su publicación el año pasado. Aunque dejé la revista al final de 1958 para volver a Nueva York, siempre he sentido un sentido de especial solidaridad con ella
“Encounter” fué acusada de ser una revista de la Guerra Fría, lo cual era bastante cierto en un sentido. Estaba publicada por el Congreso para la Libertad en la Cultura, que mas tarde se supo que estaba financiado por la CIA. Como publicación periódica cultural y política, publicó muchos excelentes ensayos literarios, crítica literaria, cuentos cortos y poesía y en volumen bruto, probablemente predominaban. Pero sin duda su núcleo ideológico—su mision si se quiere—era contrarrestar, en la medida de lo posible el enfoque antiamericano, prosovietico de un amplio segmento de las élites intelectuales en las democracias occidentales y en la Commonwealth anglo-hablante
Cuan amplio era ese segmento y cuan influyente, es algo se olvida fácilmente, (y convenientemente)en la actualidad. En Francia, era prácticamente imposible trabajar en la industria del cine a menos que fueras miembro del Partido Comunista o un compañero de viaje fiable de este. En Italia no era muy diferente. En Alemania, la postura dominante era “neutralista”--es decir afirmar la “equivalencia moral” entre los Estados Unidos y la URSS. Incluso en Gran Bretaña y los Estados Unidos, la opinion mayoritaria de la élite intelectual , cuando no era compañera de viaje o “neutralista”, insistía en distanciarse de las politicas americanas de la Guerra Fria por excesivamente “militaristas”
¿PERO que era yo, entonces? Cuando, me uní al consejo editorial de Commentary, después de la Guerra acepte por falta de una palabra mejor, la designación de “liberal”. Después de todo los miembros de la comunidad intelectual de Nueva York eran todos “liberales”, sin un solo conservador (ni uno!) entre ellos. Eso no me preocupaba demasiado, porque en los años de la inmediata posguerra no estaba particularmente interesado en política. Mis propios escritos, en ese periodo, incluían religión, filosofía y literatura. Era un miembro solvente del segmento anticomunista de la comunidad intelectual—Commentary, era después de todo uno de sus mayores órganos-- pero no recuerdo haber escrito nada acerca del comunismo. Fue un período—duró casi cinco años—en el cual , como editor liberal, germinaron en mi mente y en mi alma pensamientos no-liberales. Estaba lejos de ser un conservador, no tenía interés en la "economía de mercado” y la idea de votar Republicano me era tan extraña como la de asistir a una misa católica. Supongo que en los términos de hoy, podría ser descrito como un prematuro “neo-liberal”--enfatizando mas el “neo”
Los dos padrinos intelectuales de mi neo-ismo fueron Lionel Trilling y Reinhold Niehbuhr. Fue Trilling quien, tan tempranamente como mis años de Universidad, e incluso cuando yo aún era Trostskista, me señaló el pequeño secreto vergonzoso del liberalismo—que había algo básicamente podrido en su metafísica progresista que conducía a un empobrecimiento de la imaginación y una desecación del espíritu. Fue el quien señaló que entre todos los novelistas y poetas modernos que admirábamos, y que el enseñaba en su curso de la Universidad de Columbia, no había uno solo que pudiera llamarse con propiedad liberal. Este tema Trilling lo desarrollo y profundizó en las décadas siguientes, y yo busque avidamente cada palabra que escribió. Bastante sorprendente mente nunca dejo de considerarse un liberal aunque del tipo disidente e inquieto, y aunque siempre fue respetuoso con la religión, era irredimiblemente secular en su sensibilidad. Su misión tal y como la veía era librar a los liberales de las limitaciones del liberalismo. Pero en que dirección nunca pudo decirlo,
Fue en 1951 que empece a escribir otra vez acerca de política, si bien solo de manera intermitente. Mi primer ensayo fue una reseña del libro de un prominente compañero de viaje liberal, en el que trate de analizar la retorica de ese tipo de liberalismo-- no tanto argumentar contra esa retorica como demostrar como conformaba una visión del mundo completamente falsa. Este fue el inicio de mi guerra fría—una persistente investigación crítica acerca del liberalismo, tratando de entender las pasiones y preconcepciones intelectuales que movían a gente por otra parte inteligente a tomar una visión relativamente benigna de una tiranía comunista en el poder y de los movimientos comunistas que se esforzaban por implantar una tal tiranía.Estaba forcejeando con el fenómeno del romanticismo político de izquierdas y del utopismo que infectaban a las clases intelectuales de Occidente, y a las élites occidentalizadas del “Tercer Mundo”
Era de hecho un soldado de la “Guerra Fría” ( un liberal de la Guerra Fria era la denominación común) pero no estaba comprometido con ningún tipo de cruzada contra el comunismo.Eran las presunciones fundamentales del liberalismo contemporáneo las que constituían mi enemigo. Pues sin las legitimaciones morales del comunismo proporcionadas por los intelectuales occidentales—todos los intelectuales sovieticos habían perecido o estaban en campos de concentración—la “Guerra Fria” quedaba reducida a un crudo conflicto de poder entre la tiranía totalitaria y a la democracia constitucional. Esta Guerra Fria era un asunto serio, como siempre lo es la guerra. Y ciertamente había una dimensión ideológica crucial en el conflicto. Los mandatarios soviéticos eran auténticos marxistas-leninistas, aunque los pueblos que regían no eran nada por el estilo. Pero realmente no había motivo alguno para que las creencia disparatadas de los lideres comunistas provocaran confusión ideológica en Occidente, dieran pie a la creencia de que habia que tomar elecciones extremadamente difíciles. Era solo el ethos liberal prevaleciente entre los intelectuales, la academia, y los medios lo que importo esa complicación a nuestras vidas.
Para mi pues, “neo-conservadurismo” fue una experiencia de liberación, moral, intelectual y espiritual. Ya no debía fingir creer mas lo que en mi corazón ya no podía creer -- que los liberales estaban equivocados por a esta o aquella opinión errónea respecto a un tema u otro. No-- los liberales estaba equivocados, están equivocado, porque son liberales. Lo erróneo con el liberalismo es el liberalismo-- una metafísica que esta deplorablemente ciega a la realidad humana y política. Convertirme en neo-conservador, fue pues el punto culminante de mi guerra fría.
Es una Guerra Fría que, en los últimos veinticinco años ha comprometido mi atención y energía, y continua haciéndolo. No hay un “después de la Guerra Fría” para mí. Lejos de haber terminado, mi guerra fría se ha incrementado en intensidad, al haberse corrompido implacablemente por el ethos liberal un sector tras otro de la vida americana. Es un ethos que apunta simultáneamente al colectivismo político y social por un lado, y a la anarquía moral por otro. No puede ganar, pero puede hacernos perdedores a todos. Hemos, según creo alcanzado un momento decisivo en la historia de la democracia americana. Ahora que la otra “Guerra Fría” ha terminado, ha comenzado la verdadera guerra fría. Estamos mucho menos preparados para esta guerra fría, somo mucho mas vulnerables para nuestro enemigo, de lo que era el caso con nuestra victoriosa guerra contra una amenaza comunista global. Estamos, pienso a veces, empezando de cero , y es un conflicto que legaré a mis hijos y nietos. Pero es una guerra mucho mas interesante-- intelectualmente interesante, espiritualmente interesante-- que la guerra que hemos ganado hace tan poco, y casi envidio a los bastante jóvenes por las oportunidades que tendrán de participar en ella.
1993 The National Interest, Inc.
Aniversario de la Caida del Muro, fin de la Guerra Fría. Pero el Muro de Berlín no se cayó solo. Ni tampoco solamente con invocaciones propiciatorias , como las murallas de Jericó ..No. Hubo gente que trabajó duro, aplicó la piqueta, para que así fuera: y que se cayera...Veamos el testimonio del recientemente fallecido Irving Kristol... ;-).
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